*Serie de entradas del blog con las reflexiones de Marta, docente veterana del proyecto CEHS en el CEIP San Francisco, a raíz de su participación en el Curso "7 Saberes de la Educación Ambiental para la Escuela" de la Universidad de Verano del País Vasco, dirigido por nuestro compañero de ESenRED, Jose Manu Gutiérrez Bastida. El hilo conductor del curso fue el enunciado de los "7 Saberes necesarios para la Educación del Futuro" de Edgar Morin (1999), que sirve para ir desarrollando su pertinencia actual en cuanto a la Educación Ambiental por sendos invitados, todos ellos referentes en su campo. A continuación están las reflexiones de Marta y al final, la carta de presentación de la ponente, con enlaces de interés. Buscamos con esto la posibilidad de una reflexión compartida "en diferido" a través de una compañera docente de la red, por un lado, y el dar a conocer a pensadores de la Educación Ambiental que incrementen nuestro "fondo de armario" educativo para los técnicos y docentes que estamos en el Proyecto CEHS.
“LA EDUCACIÓN QUE PRECISAMOS PARA EL MUNDO QUE QUEREMOS”
En el momento actual en el que nos encontramos, Lucié Sauvé nos plantea en su ponencia dentro del curso “Los siete saberes de la educación ambiental en la escuela” que “LA CRISIS GLOBAL ES TAMBIÉN UNA CRISIS DE LA EDUCACIÓN: DE SU CONTENIDO Y SENTIDO”.
En reacción a esta crisis, podemos optar por diferentes posturas: fugarnos de la situación con un repliegue individualista o bien, tomar conciencia de la urgencia planetaria y movernos socialmente reclamando ecojusticia. Y en esta última postura se incluirían las luchas por la calidad de la educación para todas y todos, que es una de las causas que nos mueven.
Hasta este momento, la educación no ha tenido un papel proactivo para formar la ciudadanía capaz de transformar los contextos existentes, entre otras causas, porque la educación ha sido despojada de su dimensión política y social. Es por ello necesario replantearse el modelo educativo actual, desde esta urgencia planetaria, y para poder contribuir a un conocimiento pertinente como plantea Morin como segundo saber necesario para la educación del futuro, un conocimiento con sentido y significado, se debe atender a la multidimensionalidad consecuente de la complejidad que nos conforma tanto como seres y como sociedades.
De esta manera, la educación debería ayudar a:
Aprender a ser y comunicar, contribuyendo a desarrollar la identidad individual y colectiva, ecológica y política.
Aprender a convivir, practicando una educación democrática, para la paz y la interculturalidad.
Y todo ello también en relación con el medio de vida compartida, desarrollando una educación ecológica, ecosófica y ecociudadana.
Sin esta última esfera, la educación se queda incompleta, contribuyendo a formar seres incompletos de igual manera, por lo que la educación debe ser ecológica.
Desde esta perspectiva, nuestra mirada se amplia y educativamente, pasamos de contribuir al desarrollo de una ciudadanía a desarrollar la ecociudadanía, de vivir la democracia en las aulas a la democracia ecológica, y de luchar por la justicia a la ecojustica social.
Todo esto nos invita al compromiso como educadoras y educadores y, que como tal, no tengamos miedo a incluir la dimensión política en la educación, teniendo en cuenta que lo político significa “cuidar junt@s lo que nos concierne a tod@s”. Hasta ahora a la escuela le persigue el mito de la neutralidad, pero hay que ser conscientes de que esta dimensión es la que permite dar sentido a nuestros proyectos educativos y así, reconocer la responsabilidad de la educación frente a las injusticias y problemas, devolviéndole esa capacidad transformadora que es el motivo por el que algunas, o muchos de nosotros, decidimos en su día dedicarnos profesionalmente al mundo de la educación.
Y recordando la necesidad de esa pedagogía de la pregunta de la que hablamos en la primera reflexión sobre el curso, completamos con una pedagogía comprometida y crítica, donde acompañemos a nuestro alumnado a preguntarse sobre la significación de nuestro lugar en el mundo y a dialogar para construir conjuntamente una ética ambiental, “aprendiendo a vivir junt@s aquí y ahora, a vivir bien, porque otro mundo es posible”, siendo para ello fundamentales en la práctica los proyectos comunitarios que combinan reflexión y acción.
“La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor” (Paulo Freire)
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